Alexis Armando González Mariche |
Carlos E. Mendoza González-Mariche
Como honrar,
con palabras, a un hombre de letras. Como expresar, en unas líneas, todo el
legado de amor y excelencia que dejas atrás. Parece tarea imposible, o como
mínimo tarea de un grande. Un grande como tú.
Sin embargo
con humildad me atrevo, pues mi pluma vibra con tus consejos y enseñanzas. "Di
siempre la verdad,..., se justo,..., escribe para todos", fueron algunas
cosas de las que me enseñaste para formarme como profesional y humano ejemplar
que querías que fuera ¿La verdad? Dejas un vacío imposible de llenar. Ya tus
manos no adornaran las paradas cortas en el terreno de juego, ni tu pluma
engalanara con emotividad y precisión las páginas de la historia deportiva.
"Lee a los mejores" dijiste. Te leeré a ti. Recorreré tu
evolución desde los inicios en Meridiano hasta los últimos capítulos en La
Previsora.
Siempre guapo
y orgulloso, la humildad fue tu bastión. Dos veces fuiste condecorado con el
Premio Nacional de Periodismo, sin embargo nunca te escuche hablar de ello, presumías
de tu familia de tu casa, de tus amistades. Nunca de tu calidad como
profesional, lo que destacaba tu verdadera calidad como ser humano.
De carácter
fuerte, viviste con los principios de la verdad y la justicia por delante. Todo
el que te conoció más allá de lo casual, tuvo posiblemente algún encontronazo
contigo. Sin embargo nunca abandonaste su lado ni nosotros el tuyo, pues sabíamos
que detrás de ese estilo frontal y a veces brusco, se escondía un corazón de
oro, lleno de bondad y amor por los tuyos. Preocupado hasta el final por el
bienestar de tu gente, aún en tus últimos días tu pensamiento estaba en ayudar
a tu familia. ¿Cómo no admirarte a ti y a tu fortaleza después de eso?
Conmigo fuiste casi
un padre, quizás peco de atrevido, y que me disculpen mis primos González
Mariche y Carmona, pero puedo asegurar que, aunque a todos los amaste, a
ninguno lo sentiste tan tuyo como a mí. Desde la cuna hicimos conexión. Nuestro
carácter fuerte, nuestro amor por el deporte, por la salsa y las letras nos
unió con singularidad durante años. El periodismo fue la guinda del pastel, nos
convirtió en maestro y alumno, desde el momento en que te expresé mi decisión
de estudiar la carrera, asumiste con firmeza guiarme en el camino. Fuiste mi
más grande crítico, y mi más grande admirador. Y nunca me sentí tan orgulloso
como aquel día en el que nos volvimos colegas.
Por tu
carácter fuerte, estilo frontal, y tus valores de justicia y verdad, te
convertiste en un incomprendido por esta sociedad llena de filigranas e hipocresías
convenientes, una suerte de Quijote. Y eso eras, como un Quijote viviste, como un Quijote te
fuiste. En el libro quedaron páginas en blanco. Prometo seguir tu ejemplo y entregar
mi vida llenando esas páginas con mis líneas llenas de verdad, de amor, de
humildad, por el bien del periodismo y del deporte pero sobre todo prometo
entregar mi vida por la familia, por ese sueño de familia. Te Amo Varón. Hasta
Siempre.
Tu hijo eterno
"Juancito"
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